Dealer en piloto Automático
- Leonardo Castillo
- hace 5 días
- 3 Min. de lectura

Hay días en que tus manos reparten las cartas, pero tu mente está en otra parte, escuchas las fichas caer, ves los rostros pasar, sonríes cuando toca, pero por dentro, solo estás contando los minutos. No estás ahí, al menos no del todo, y si eres dealer, probablemente ya sabes de lo que hablo.

El trabajo puede comenzar siendo adrenalina pura: luces, ritmo, juego, ese primer orgullo de manejar una mesa con seguridad, pero con el tiempo, si no se renueva, si no se respira, se vuelve repetitivo. Y de pronto, entras en piloto automático.
No te das cuenta al principio, pero empiezas a notar ciertas cosas: ya no te importa si el jugador gana o pierde, solo quieres que no te grite, dejas de poner atención al conteo mental porque ya lo haces sin pensar, pasan las horas y no sabes si viste cinco rostros o cincuenta. Estás apagado.
Cuando el cuerpo está, pero la cabeza ya no

Estar en piloto automático no significa no hacer bien el trabajo, significa hacerlo sin alma; una desconexión emocional que, poco a poco, te roba el gusto por estar ahí. Y no siempre es culpa del juego en sí, a veces, es el ambiente: los turnos mal acomodados, las mismas quejas, la falta de reconocimiento, o incluso ver cómo otros crecen mientras tú te estancas. Otras veces es interno: la rutina pesa más que la vocación.
¿Cómo saber que estás cayendo ahí? Te cuesta sonreír genuinamente, ya no hablas con tus compañeros fuera del saludo mecánico. Lo único que esperas del turno es que se acabe. Y eso, con el tiempo, no solo te afecta a ti, también al equipo, a la mesa, al ambiente general.
Cuando estuve en el casino me di cuenta que e ambiente en la mesa era impresindible. Vi mesas tensas, sí, pero también vi otras llenas de energía, de carisma entre dealers y jugadores, donde se respetaba la seriedad del juego sin perder el ambiente. Vi dealers que brillaban, que llevaban el ritmo con maestría, que reían cuando se podía y dominaban cuando se debía; eso no viene de un manual. Viene de estar vivo en la mesa.
Cómo volver a sentirte parte del juego
Sí se puede recuperar la chispa, aunque no lo parezca, a veces, lo que necesitas es algo tan sencillo como aprender un nuevo juego. La curva de aprendizaje te obliga a estar presente, a equivocarte, a moverte de nuevo; otras veces, lo que hace falta es un cambio de rol, un nuevo ambiente, otra sala, otro equipo. Incluso hablar con un supervisor de confianza y pedir capacitación, o al menos expresar cómo te sientes, parece poco, pero ser escuchado ya te devuelve parte de esa presencia.
También ayuda reconectar con lo que te motivó al inicio: ¿Por qué entraste aquí? ¿Qué te gustaba? ¿Qué aprendiste que nadie te quita? Porque aunque el juego se repita, la persona detrás del uniforme puede renovarse. Estar en piloto automático no te hace menos profesional, pero quedarte ahí por años sí puede desgastarte. Recuerda que el dealer también juega, y aunque no gane fichas, su salud emocional está en juego todos los días, no te apagues, vuelve a barajear con ganas. Porque aunque la mesa no lo diga, siempre se nota.
Por eso vale la pena salir del piloto automático, porque aunque el casino se trate de azar tu actitud nunca debe ser una apuesta perdida.

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