El Clasismo Laboral Dentro del Casino
- Leonardo Castillo
- 2 jun
- 3 Min. de lectura
Un casino es un espacio de entretenimiento, adrenalina y glamour. Pero tras bambalinas, en los pasillos del personal, se juega otra partida menos evidente: una lucha silenciosa por el respeto y la validación entre compañeros de distintas áreas. Edgar Bustos, mejor conocido como “Pinoccio”, lo vivió en carne propia: cuando fue ascendido tras trabajar en el área de bingo, sintió una resistencia incómoda de parte de otros trabajadores.

Jerarquías no oficiales

En muchos casinos se instala una jerarquía no escrita, se mueven más que cartas y fichas, se mueven egos, inseguridades y una búsqueda silenciosa de validación, pues los empleados de juegos de mesa —especialmente los de blackjack, ruleta o póker— suelen considerarse como los más “técnicos” o “prestigiados”, mientras tanto, otros sectores, como el bingo o el piso, son empujados a una esquina invisible, donde el reconocimiento parece escasear.
Pero esto no va solo de juegos, va más de cómo los seres humanos, muchas veces sin darnos cuenta, buscamos definir nuestro valor en comparación con el otro, creamos territorios mentales: “mi área es más difícil”, “ellos no entienden la presión”, “yo merezco más”, pero en ese juego, nadie gana, porque lo que está en disputa no es una posición... es el reconocimiento, esa necesidad tan humana de ser vistos, de ser validados, de que alguien diga: “lo que haces también importa”, y es que muchas veces, la riña no es contra la otra persona, sino en contra de uno mismo.
El mérito en contra de la tradición

Cuando alguien como Edgar, proveniente del bingo, asciende rápidamente gracias a su rendimiento y habilidades, el sistema se resiente, no porque sea injusto, sino porque desafía una estructura tácita donde el ascenso parecía reservado para ciertos perfiles, en consecuencia, se crea una tensión entre el mérito real y la tradición interna.
Irónicamente, el mundo del casino —donde todo se basa en probabilidad, rendimiento y estrategia— termina reproduciendo prejuicios similares a los de cualquier oficina corporativa, es decir, el clasismo laboral no es un problema exclusivo de grandes empresas; también se da en espacios donde nadie lo esperaría.
¿Qué revela este clasismo del entorno laboral?
Este fenómeno nos invita a reflexionar sobre algo más profundo: ¿cuánto pesa la percepción del rol frente al valor real del trabajo? En el casino, como en la vida, muchas veces se juzga más el área de donde vienes que los resultados que entregas, se valora el puesto más que la actitud, y eso puede frenar talentos, desmotivar equipos y generar divisiones innecesarias, pues un verdadero equipo de casino debería basarse en la colaboración entre áreas, en compartir aprendizajes y en romper con ese "clasismo interno" que impide reconocer logros ajenos.
Como se menciona anteriormente, muchas veces, la lucha es con uno mismo, con ese diálogo interno que te hace sentir que no eres suficiente si no estás en la mesa “más complicada”, en el puesto “más visible” o bajo la luz “más reconocida”, pero el valor de una persona no está en el tipo de juego que opera, sino en cómo lo hace, está en su ética, en su trato, en su paciencia cuando todo se desordena y aún así mantiene la calma. Quizá el mayor aprendizaje aquí no es cambiar la jerarquía, sino entender que en un ecosistema como el casino, cada rol importa, no hay fichas de más ni puestos de sobra y que cuando dejamos de competir para empezar a reconocer al otro, algo cambia.
El ascenso de alguien del bingo no debería ser visto como una amenaza, sino como una demostración de que el talento puede venir de cualquier rincón del casino. La próxima vez que alguien crezca rápido, en lugar de cuestionar de dónde vino, tal vez deberíamos preguntarnos qué podemos aprender de su camino ,porque, al final del día, en un casino todos juegan para la misma casa.








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