¿Qué Pasa Cuando Clausuran un Casino?
- Leonardo Castillo
- 26 may
- 3 Min. de lectura

Edgar Bustos, mejor conocido como “Pinoccio”, vivía una rutina laboral estable en el casino donde trabajaba, todo marchaba bien hasta que ocurrió la tragedia en el antro News, donde la muerte de varios jóvenes provocó una reacción en cadena. Las autoridades intensificaron los operativos en centros de entretenimiento, y su casino fue clausurado. No por irregularidades internas comprobadas, sino —según él— por influencias externas, especialmente de la competencia cercana en la zona de Lindavista.
El cierre no solo fue inesperado, también fue abrupto, pues un día estaban trabajando; al siguiente, las puertas estaban cerradas y los empleados sin respuestas claras, para Edgar y muchos otros, no solo se clausuró un edificio: se congeló su fuente de ingreso y su estabilidad diaria.
El impacto para los trabajadores
Cuando un casino cierra de un momento a otro, los primeros en recibir el golpe son los empleados, pues en industrias como esta, donde muchas veces el ingreso depende de turnos diarios, comisiones o propinas, no hay margen para la espera. No hay indemnizaciones automáticas, ni garantías inmediatas, literalmente en cuestión de horas, el personal puede quedar completamente desamparado.
La incertidumbre es el sentimiento dominante: ¿cuánto durará el cierre? ¿Volverán a abrir? ¿Puedo conseguir empleo rápido en otro casino? Además, muchos trabajadores tienen especialización en el sector del juego, por lo que no siempre es sencillo reubicarse en otra industria sin tiempo o capacitación previa.
En el caso de Edgar, como en tantos otros, no hubo una transición suave ni un plan de contingencia., solo el desconcierto de no saber qué hacer al día siguiente.

La resiliencia tras el golpe
A pesar del golpe, muchos empleados encuentran formas de adaptarse, algunos buscan trabajo en casinos de otras ciudades, otros se reinventan en sectores distintos, pero no todos tienen la red de apoyo o los recursos para hacerlo rápidamente.
Lo que muestra esta experiencia es que, a pesar del brillo que rodea al mundo del casino, la realidad laboral puede ser frágil, un negocio aparentemente sólido puede desaparecer de un día para otro, arrastrando con él los planes y el sustento de decenas o cientos de personas.
Ahí es donde entra en juego la resiliencia, y no como un acto heroico inmediato, sino como un proceso, pues para algunos, fue volver a sus raíces profesionales o a habilidades pasadas, hubo quienes empezaron a ofrecer clases particulares, vender productos en línea, conducir plataformas de transporte o incluso estudiar algo nuevo. Y eso es lo importante, el no quedarse inmóviles.
La resiliencia, no es solo resistir, sino también transformar el golpe en una nueva dirección, a veces más incierta, pero también más consciente, tampoco se trata de romantizar la adversidad, sino de reconocer que cuando todo se derrumba, algunos construyen con los mismos escombros.
Clausurar un casino puede parecer una medida administrativa o legal, pero para sus empleados es un terremoto personal, sin previo aviso, se ven obligados a replantear su futuro.
Quienes trabajan en esta industria lo saben: el trabajo es intenso, bien remunerado a veces, pero también inestable, y aunque no se puede predecir todo, sí se puede reflexionar: ¿qué tanto dependo de un solo lugar? ¿Estoy preparado para un cierre inesperado?
En el mundo del casino, como en el juego, todo puede cambiar con una sola carta.








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